Una de las necesidades comúnmente identificadas a la hora de
plantear una intervención formativa con soporte tutorial es la de contar con
profesionales que monitoricen el aprendizaje de los contenidos específicos de
la actividad en cuestión. La tutoría académica es, de las tres modalidades, la
más similar al perfil docente “clásico”, pues el Tutor es el responsable de que
los alumnos alcancen los objetivos establecidos para la unidad formativa de la
que es responsable, e incluso debería ser él quien se encargara de su
correspondiente evaluación.
El tutor no es (al menos no necesariamente) el autor de los contenidos
didácticos de la materia que tutoriza, pero sí ha de poseer experiencia y
competencia suficiente. Su misión va más allá de la exposición de la materia
objeto de estudio, que generalmente ha sido elaborada por otros y aparece como
“dato” al inicio de la unidad. De hecho, su misión comienza justamente después:
él ha de adecuar la materia al planteamiento didáctico y el contexto formativo
de que se trate (tiempo de desarrollo, composición de los grupos, coincidencia
con otros contenidos, carácter teórico o práctico, especificidades del grupo de
trabajo...), aplicar e incluso diseñar las estrategias necesarias para la
consecución de los objetivos propuestos, programar las actividades y realizar
su seguimiento, incluida la evaluación de las mismas. El tutor no es
responsable de la materia que se imparte, pero sí del aprendizaje resultante.
Puesto que en eLearning no existe en general “tiempo docente”, las
horas de clase magistral a las que el alumno asiste pasivamente en un contexto
tradicional se sustituyen aquí por un “tiempo discente” de aprendizaje
autónomo, lo cual incrementa el esfuerzo que el alumno ha de realizar. Además,
en un modelo de formación en red de calidad, no sólo se exige un mayor esfuerzo
por parte de los roles docentes, sino también por parte del estudiante. De
hecho, la tutoría académica incide en un contexto de aprendizaje autónomo,
exige más por parte del alumno, y convierte al docente (tutor, en este caso) en
alguien que resuelve dudas, propone retos, estimula e invita al trabajo (con
frecuencia colaborativo), orienta académicamente en la resolución de problemas,
marca el ritmo de aprendizaje personal de cada miembro del grupo en función de
su nivel de entrada y sus expectativas de salida. La labor del tutor consiste
en el fomento de un aprendizaje autónomo e (inter)activo a la vez que cercano,
individualizado, cálido, al objeto de lograr que su grupo alcance las
expectativas deseadas en términos de contenidos, competencias, destrezas y
habilidades.
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