Los
alumnos de una segunda lengua no solo deben aprender gramática o vocabulario,
sino que su principal objetivo deberá ser comunicativo y, para eso, es
imprescindible hablar, algo que para muchos estudiantes, no resulta sencillo ni
cómodo. La destreza oral debe trabajarse en clase, también en la de primaria,
como en cualquier otra etapa educativa. Es responsabilidad del maestro que
el aula se convierta en un lugar donde la comunicación sea la base del
aprendizaje. La realidad es que todavía muchos docentes entienden y desarrollan
sus clases como un proceso unidireccional en el que el maestro es el que debe
comunicar y el resto recibir el mensaje y, así, difícilmente se fomentará y
mejorará la expresión oral. No debemos olvidar de que a hablar se aprende
hablando.
Para conseguir que un alumno hable, éste debe sentirse
cómodo, seguro y motivado. Aprender
un idioma extranjero no es algo que se consiga de un día para otro, ni
siquiera en un corto período de tiempo, y esto es algo que también debemos de
ser capaces de transmitir a nuestros estudiantes, para que no se desmotiven si
los resultados no llegan tan pronto como esperaban. Una primera pregunta que
podríamos hacernos es si un profesor debe estar motivado para poder motivar,
si un profesor debe sentir pasión para poder apasionar. A la hora de
aprender otro idioma, la motivación parece difícil de conseguir, pero no
significa que no sea posible. Y, en este punto, surgen preguntas como ¿Cómo
motivar a los estudiantes? Y en el caso concreto del inglés como lengua
extranjera, ¿Cómo conseguir que los alumnos hablen inglés?
Hablar
es atreverse a producir sonidos en voz alta y, visto así, no parece que lleve
implícitas muchas complicaciones, pero la realidad es que sí existen. En
algunos casos, se habla de que la expresión oral causa, entre otras muchas
dificultades, ansiedad pero, además, exige rapidez, espontaneidad y una
exhibición directa, cuestiones que no facilitan que esa ansiedad se minimice o
desaparezca. La expresión oral también está muy relacionada con la afectividad,
es decir ese sentimiento de vergüenza que tantas veces aparece cuando se ha de
hablar una lengua en la que el individuo no se siente seguro. Si un alumno cree
que no posee los conocimientos necesarios para hablar, o siente vergüenza a la
hora de pronunciar sonidos que le son ajenos, fácilmente aparecerá la ya citada
ansiedad y, además, la expresión oral en inglés se verá comprometida.
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